FERIA CANARIA ME GUSTA

 

NAVIERA ARMAS

 

de

“Aún sin datos suficientes para estimar el impacto de la COVID en la acuicultura, algunas estimaciones iniciales apuntan a una reducción del 17 % en el volumen de ventas y una reducción del 18 % en los ingresos totales, con un impacto particularmente severo en el segmento de mariscos”. El informe elaborado por el Parlamento Europeo sobre el impacto de la pandemia en los sectores de la pesca y de la acuicultura –para el que se ha considerado el informe previamente elaborado por Acuiplus– explica que los efectos de la pandemia no se han dejado sentir en todos los productores de manera homogénea.

La baja demanda en el mercado fue la principal preocupación para la mayoría de los operadores del sector de la acuicultura. El cierre del canal Horeca obligó a los productores a mantener sus poblaciones de peces vivos durante más tiempo o a congelarlos y, al mismo tiempo, el sector se enfrentó a dificultades de abastecimiento de insumos debido a las restricciones comerciales, así como por la dificultad de gestionar la mano de obra debido a los bloqueos. Sin olvidar los problemas de caja. Los costes aumentaron también por el lado de la alimentación. Los precios de los piensos habían aumentado entre un 50 % y un 60 % como resultado de la interrupción de la logística, apunta el informe.

En términos generales, indica el informe, los productores que venden al por menor no experimentaron impactos particularmente negativos, mientras que los que venden en el canal Horeca experimentaron una caída dramática en ventas y en ganancias. Además, el sector también apostó por la búsqueda de mercados alternativos. 

El informe explica que el mayor impacto se produjo en el comienzo de la primera ola y que los datos cuantitativos y cualitativos indican una marcada recuperación durante la segunda mitad del año, al menos en términos de volúmenes producidos o comercializados. Esto marcó un efecto rebote tras la relajación de las duras medidas restrictivas adoptadas en la primavera de 2020. “No se puede decir lo mismo del valor, que en general fue más bajo que los años anteriores, ya que los precios bajaron en todos los niveles de la cadena de suministro. Con precios más bajos y costos más altos relacionados, por ejemplo, con la necesidad de cumplir con las medidas de seguridad y los costos de transacción más altos, se puede argumentar que la rentabilidad de toda la cadena de valor disminuyó, con la notable excepción del comercio minorista, que experimentó un aumento en las ventas”, explica el informe. 

El cierre de los mercados internacionales, catering y restauración comercial, afectó a las especies de cultivo destinadas a la exportación, como el salmón y la lubina, así como a las que se venden principalmente a mayoristas u hoteles y restaurantes. En el extremo opuesto, los productores que principalmente venden al sector minorista no experimentaron cambios dramáticos en los ingresos y, en algunos casos, informaron ventas más altas que la producción, porque los consumidores comían con más frecuencia en casa y, por lo tanto, compraban más pescado al por menor. Otras especies, como las ostras se enfrentan a grandes dificultades por el cierre, total o parcial, de los mercados. De hecho, el informe señala que en Irlanda, por ejemplo, las ventas de ostras cayeron un 60 % en promedio.

Reacción 

El informe destaca la rápida reacción de los operadores que tras el impacto inicial en la primavera de 2020, idearon espontáneamente nuevas estrategias para hacer frente a los desafíos planteados por COVID-19. El cambio a nuevos canales de venta, el desarrollo de ventas directas y en línea y el almacenamiento de la producción para evitar un colapso de los precios fueron opciones exploradas por los productores de toda Europa. A ello contribuyeron también las medidas que se adoptaron. Los Estados miembros de la UE gastaron más de 78 millones de euros de su presupuesto del FEMP para un total de 5811 operaciones relacionadas con COVID-19. Además, añade, varios países, como Francia, Italia y España, también implementaron sus propias medidas de apoyo nacionales que eran comunes en todos los sectores, incluidas compensaciones por desempleo total o parcial, aplazamientos de impuestos y préstamos en efectivo garantizados por el gobierno. Pero algunos también eran específicos del sector de la pesca y la acuicultura, incluidas medidas para los fondos de solidaridad nacionales y regionales, la jornada reducida, el aplazamiento de los pagos a los empleados y las contribuciones a los empleadores, y la flexibilidad temporal en los permisos ambientales para las empresas acuícolas .

En España, las empresas acuícolas tuvieron que hacer frente a la incertidumbre, al aumento de costos y a los ajustes en la producción en un contexto altamente desfavorable, especialmente para los productores de lubina y dorada, la pandemia se sumó a las fuertes pérdidas causadas por la tormenta Gloria en enero de 2020, lo que provocó que la cosecha cayera alrededor del 40 % durante el año. El informe señala, además, que la producción de moluscos, salvo mejillón, cayó en un 90 % durante los primeros meses de pandemia y tras recuperarse en la segunda mitad de año, se estima que la caída en el volumen a cierre de 2020 fue del 20 %. El informe se hace eco de los datos de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR) y de la gran resiliencia del sector acuícola español que, “a pesar de una disminución inicial del 30 % en las ventas, las empresas lograron adaptarse a los desafíos operativos y la volatilidad del mercado”.