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NAVIERA ARMAS

 

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El protagonista de este décimo capítulo del podcast oficial de la Zona Franca de Gran Canaria, ‘Conversaciones Francas’, es Julio César González Padrón, oficial de la Marina Mercante, ex delegado de Naviera Pinillos, gestor marítimo jubilado y autor de una decena de libros dedicados al mar y a sus puertos.

De lenguaje grácil y amplio, González Padrón explica su primer mandamiento vital: “Hay dos cosas que arrastraré de por vida: que soy de Telde y mi condición de marino. Todos mis libros hablan del mar. Cuando me nombraron delegado de Naviera Pinillo, comenzó a preocuparme la economía y empecé a relacionarme con el Puerto y su gente”.

Como toda regla hay una excepción: La última de sus obras, (`Quién sos tú´) un tratado sobre el léxico canario, “es el único que se echa fuera del plato y aún así, contiene muchas palabras y expresiones marineras usadas únicamente en Canarias”, aclara.

Su pasión por el mar, en los genes

Su pasión por el mar y el puerto lo trae, casi, por ciencia infusa. “Me viene en los genes. Mi padre era un enamorado del mar, siempre soñó con ser marino. Yo quería ser médico, pero  el verano antes de ir a la universidad, estuve de crucero por las Islas en un “mariquilla”, como le decíamos a los viejos correíllos de Transmediterránea, con mi cuñado que era jefe de máquinas”.

Fue allí donde descubrió su verdadera vocación y acabó en la Escuela de Náutica de Tenerife. “Pero realmente me enamoré de la mar cuando fui oficial, navegando en un barco inglés. Conocí Róterdam, México… Me enriqueció mucho como persona. Me di cuenta de lo importante que es ser isleño, porque estamos en el centro del mundo”, remata orgulloso.

“A este Puerto no hay quien lo pare”

Define como “espectacular” el desarrollo que ha experimentado el Puerto de La Luz y Las Palmas en los últimos años. Y con su característico lenguaje y expresión apasionada manifiesta que “este puerto crece con una inercia que no hay quien pare. En mi primer libro, (`Las Palmas de Gran Canaria, Nuestro Puerto, Nuestra Ciudad´) ya le cogí el relevo a Fernando León y Castillo, quien profetizó el desarrollo e importancia del Puerto de La Luz”.

Fue de esta manera cómo Las Palmas de Gran Canaria  se convierte en la ciudad más importante del Atlántico medio, “porque tenemos un puerto que es una auténtica joya de la corona. La naturaleza nos dotó de una bahía natural sin igual en el mundo, con un excelente fondeadero, protegida de todos los vientos…tenemos todo”.

Un éxito que va más allá del ámbito topográfico, considerando que “el factor humano ha sido determinante. Siempre ha habido hombres y mujeres creyendo en el proyecto y trabajando muy duro”, expresa.

Pero el crecimiento del Puerto de La Luz no ha sido una travesía en calma chicha, como así relata Julio César: “También recuerdo muchos ‘enemigos’ políticos y detractores del crecimiento de nuestro puerto”.

Manuel González, un visionario que casi nadie vio

Reivindica la figura de una persona muy influyente y defensora de la significación de nuestro Puerto, “que siempre pasó desapercibida. Fue Don Manuel González, presidente de la Real Sociedad Económica de Amigos del País”. A quien define como “un visionario, uno de los creadores de la Cámara de Comercio y Navegación, lo que posteriormente sería el Círculo Mercantil, entre otros. El señor González fue uno de los precursores de la creación del proyecto ‘Puerto- Ciudad’, que se planteaba como un lavado de cara a la ciudad de Las Palmas”.

El espejo, Barcelona y la `Gran Marina´

Rememora con sorprendente frescura momentos históricos y su idea de emular al Puerto de Barcelona… “Esto ya lo había visto en Barcelona con Naviera Pinillos, en la época de las Olimpiadas (1992). En ese entonces, ya me habían nombrado delegado. Al ver aquello, pensé que nuestra ciudad necesitaba algo así”.

Y concreta que en esa época, “Luis Hernández, ex presidente de la Autoridad Portuaria de LP y otro gran visionario de la potencialidad de nuestro puerto, proyectaba esa simbiosis entre Las Palmas y su bahía. Si hubiéramos hecho realidad todas esas ideas concebidas como ‘La Gran Marina’, podríamos haber hecho maravillas con la capital, incluso para el turista”.

Pero este proyecto fue nonato: “Como consecuencia de los vaivenes políticos y los conflictos de intereses, perdimos esa gran oportunidad.  Estoy convencido de que algún día, gracias a la mente de algún ingeniero joven, conseguiremos hacerlo realidad y convertir Las Palmas en una ciudad de película”, confiesa esperanzado.

Un triángulo con la Zona Franca

Cuestionado por el triángulo formado por Luis Hernández, los viejos proyectos trazados y la Zona Franca, González Padrón desvela que “el director de ‘Naviera Pinillos’, Don Ángel Mato, tenía mucho interés en mi implicación como delegado en todos los proyectos relacionados con el desarrollo del Puerto, entre ellos, la Zona Franca (ZF)”.

Con cierta pesadumbre reconoce que “no hemos sabido explotar ni vender nuestra ZF. En aquel tiempo, impulsamos la creación de la Fundación Puertos de Las Palmas, dirigida al apoyo de ideas y proyectos que promocionaran el escaparate del puerto en todo el mundo”.

Entonces las cosas empezaron a cambiar: “Luis Hernández se desvinculó de todo aquello, Boluda Lines absorbió a Naviera Pinillos, cambió la directiva, los planes quedaron en el aire y yo continué mi propio camino. Me jubilé y continué con mi afición, escribir”.

 

Una negativa con profundo dolor

En plena creación de ‘Carpinteros de Ribera y astilleros en Gran Canaria’, una de sus grandes obras, González Padrón cae en la cuenta  que necesitaba financiación para conseguir su publicación  y pensó en la Fundación: “Escribo una carta al gerente y no obtengo respuesta. Un mes después, tras hacer algunas llamadas, me vuelven a dar la espalda. La Fundación me envía una carta denegando mi solicitud, aún la tengo guardada en mi caja fuerte. No se dieron cuenta de que el libro, vendía el Puerto. Más tarde, confirmé con Luis Hernández que en los estatutos, en cuanto a financiación de proyectos, reza claramente: …solo se atenderán aquellos artículos y proyectos destinados a realzar las grandezas y bondades del Puerto. Todo esto me dejó un profundo dolor. Finalmente, y gracias al apoyo de amigos e instituciones, pude presentar el libro en la sede de la Real Liga Naval Española”.

El Príncipe de Asturias en la Zona Franca de Gran Canaria

De la Zona Franca guarda un grato recuerdo muy personal… “Sí, estaba recién inaugurada la ZFGC  y la sala se llenó, todo el mundo se hizo eco del acto. La culpa, en parte, la tuvo un rumor que dejé correr inocentemente sobre que el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, acudiría al evento” (sonríe con socarronería).

Aquella broma surgió de una verdad: “Felipe VI leyó mi libro, a través de un familiar con el que mantenía cierta amistad, conocedor de su afición por el mar. El prólogo y la presentación (Cuentos, refranes y poemas de la mar) corrieron a cargo de José Torrens, que tanto hizo por el Puerto. Tal fue el éxito, aquí y en Península, que se agotaron las copias de la primera edición y tuvieron que redistribuirse varias partidas más para cubrir la demanda”, afirma con satisfacción.

“A  la mar me voy, mis obras te dirán quién soy”

Como conclusión, este viejo lobo de mar, querido por todos, erudito de los océanos y de la canariedad, recuerda de su paso por Naviera Pinillos, el gran compañerismo y sus amigos, en concreto a dos especiales: “Alberto Herrera y Francisco Bravo De Laguna, que creyeron y  apostaron por mí. En aquel tiempo, no era normal que un canario, y tan joven, ocupara un cargo en la compañía naviera más importante de la época. Realmente, a mí me solicitaron para cubrir un relevo de 20 días, pero el anterior delegado se fue a otra compañía y me propusieron a mí para continuar”.

A pesar de todo, “yo era marino, no economista, pero `a golpe de mar, pecho sereno´. Me puse a estudiar y no solo tuve éxito sino que me encantó”. La humildad siempre ha sido su bandera, “pero en los números pudo verse como hice que la naviera aumentara sus transacciones escandalosamente, tal y como se merecía. Cogí mucha fama, la honradez me presidió siempre y fui compañero de mis compañeros”.

En honor a Mr. Smith,  un capitán inglés al que luego hice referencia en otra de mis novelas, me gusta decir que “a  la mar me voy, mis obras te dirán quién soy”.

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