FERIA CANARIA ME GUSTA

 

NAVIERA ARMAS

 

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Texto suscrito por el cónsul honorario de Italia en Canarias, Carlos de Blasio; la gerente de la Fundación Puertos de Las Palmas, Ana Pérez; y el presidente de Canarias Cultura Marítima, José Juan Rodríguez Castillo, con motivo del aniversario del hundimiento del buque Sud América en aguas de Gran Canaria.

 

La patrona no es distante

"Decía el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, Indro Montanelli, que "los héroes son siempre inmortales a los ojos de quienes creen en ellos". Un 13 de septiembre de 1888, en el puerto de Las Palmas, hubo 79 fallecidos en un buque, el Sud América, que trasladaba desde Buenos Aires a Italia a 329 ocupantes. Pasajeros y tripulación que pasaron a la historia marítima de España e Italia por el arrojo y la valentía de los isleños para ayudar a aquellas gentes a las que sus sueños de regresar a su país tras haber trabajado duramente en el continente americano se evaporaron en cuestión de minutos.

Este recuerdo del puerto de Las Palmas, acaso la hondura de sus convicciones isleñas, así como el ardor de la memoria con el que siempre la ha defendido Italia, provengan de su profundo amor a la Historia, que, como decía Cicerón, es "testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, heraldo de la antigüedad". La historia del puerto de Las Palmas ha hecho inteligible la grandiosa singularidad de la Historia de España, recinto entrañable e inseparable de convivencia, al mismo tiempo que reclama la imprescindible necesidad de conservar y reforzar los vínculos culturales y comerciales de Europa con América.

El puerto de Las Palmas, desde entonces, tiene en su fondo marino lágrimas y prendas de ropa con monedas de oro o letras de cambio cosidas de aquellos italianos que iban a Génova para demostrar a los suyos que era cierto aquello del sueño americano. Este 2022 se cumplen 130 años de que se erigió un monumento en la memoria de las víctimas: "La caridad de la patria distante". Un tiempo en el que próceres portuarios como Salvador Cuyás y Prat liderasen la movilización ciudadana en favor de aquellos italianos que, en ese septiembre de 1888, a la intemperie, estaban desolados fueran atendidos en una ciudad que todavía tenía la fachada de la Catedral Basílica de Santa Ana en la capital grancanaria, catedral de Canarias, sin acabar y que evidenciaba los escasos medios económicos de aquella ciudad de Las Palmas de G.C.

Hay quien llama el septiembre negro de la navegación en Canarias. Quizás también fue el día de la infamia porque, mientras canarios e italianos trabajaban en favor de recuperar las esperanzas y darles cristiana sepultura a los fallecidos, la aseguradora del buque que colisionó con el Sud América generaba un dantesco espectáculo que cundió en desánimo a toda la comunidad canaria al tiempo que la diplomacia italiana desplegaba toda su fuerza para repatriar a sus nacionales y ayudar a las familias de las víctimas morales.

La ciudad de Las Palmas, entonces con 20.000 habitantes, se despertó esa mañana del 13 de septiembre de 1888 con el horror en su bahía con la pálida luz de su amanecer la mayor catástrofe ocurrida en un puerto de Canarias y, en lugar de lamentarse, los vecinos se pusieron manos a la obra dando cobijo a aquellos italianos que regresaban a Europa después del exilio. El buque 'La France', de 4.575 toneladas, abandonaba el mismo fondeadero para seguir viaje hacia Brasil y Río de la Plata con más de 1.300 pasajeros y tripulantes. Cuatro días después llegó a Las Palmas el buque 'Nord America', de la misma naviera, para llevar a los sobrevivientes a Génova. Desde entonces cada septiembre están entre nosotros. Han pasado los años, pero no hay que olvidar a héroes como los que le plantaron cara en un juzgado de Londres para sonrojo de los presentes el día que en el juicio celebrado en la capital británica el insensato capitán del buque francés Raymond Verd, echó la culpa de todo al buque italiano. Mejor quedarse con lo positivo: el talento e ingenio del capitán italiano Bertora que cumplió su palabra de buen marinero: fue el último en abandonar el buque antes de su hundimiento, que se encuentra presente en la memoria de todos."